MARADONA Y EL DESPERTAR DE LA HIPOCRESÍA
Cuando leo el apellido Maradona en revistas, periódico, o lo escucho en radio y televisión asocio de inmediato el apellido con un personaje que llegó a ser conocido como “el mejor jugador de futbol del mundo”. Nótese la enorme adjetivación que adquiere ese apellido. De inmediato me remonto entonces al campeonato mundial de futbol celebrado aquí, en México en 1986. Pero no me vengan con fregaderas, ¿quién podría olvidar aquellos dos goles de Maradona frente a Inglaterra? ¿Podría usted no acordarse de “la mano de Dios”? Ese gol donde, a escondidillas, como besando a hurtadillas a la prima en un descuido del tío desconfiado, metió su mano para lograr que la pelota meciera las redes del arco inglés. O aquel otro, en ese mismo partido con Inglaterra, cuando el “pibe” se arrancó desde media cancha mostrando el balance descomunal de su cuerpo al burlar a cuanto defensor británico se le cruzó en su embestida… Y meter el mejor gol que he visto en mi vida, ¡caramba! El “Gol del Siglo Veinte”, viejito. Luego, en la final contra Alemania, cuando los teutones al minuto ochenta empataron el partido dejándonos a todos con el corazón en la mano, pero ahí apareció de nueva cuenta la habilidad de Maradona, sí, dije bien, Maradona, que le mandó un pase al “callo” a Buruchaga para que éste, con su gol, convirtiera a Argentina en el campeón mundial de futbol, aquí mismo, en México.
Bueno, dejemos eso, no tiene importancia. Entrémosle a Maradona. Todos conocemos la enorme caída que sufrió con su adicción a las drogas, no solo los argentinos y argentinas lo llevan como un baldón en su cuenta de imeil, tuiter, feis, guasap y todas esas memelas. Lo sufrimos – ¿o no Jorge Luis Téllez? – Si el pibe era para todos el non plus ultra de los valores deportivos, ¿qué plebe futbolero no quería ser “como él” con la calidad deportiva que había demostrado en su paso por las canchas mundialistas?
Fueron muchos años, ¿no Diego Armando? Nos hiciste sufrir mucho, grandísimo cabrón, te veíamos muerto en las peores condiciones que pudiera estar un ser humano. Pero “En eso llegó Fidel”, le cantaría Carlos Puebla, el enorme cantor cubano, para que podamos referirnos a todo el apoyo y cariño que recibió Maradona en la isla para que saliera de su enfermedad.
Pensemos entonces en ese momento, cuando una noticia cayó como bomba entre los culichis, se decía que venías a entrenar al equipo “Los Dorados” de Culiacán para que se asumieran como verdaderos “dorados”, ese pescado de verdad, grandote que llena la parrilla en un buen zarandeado, pero que hoy apenitas serviría para unos chicharrones. Lástima que en esos precisos momentos se despertó la hipocresía, y empezaron a circular guasap, mesenger, imails, etc. con imágenes desagradables, hasta algunos de los caricaturistas locales vaciaron sus tinteros con dibujos insultantes contra Maradona.
Espero que los aficionados al futbol ya los hayan sacado de sus mamadas. El mismo Maradona aclara: Eso ya pasó. Estoy Bien. Los directivos y jugadores Dorados le creen, nosotros también. Pero no puedo dejar de pensar.
¿de dónde pudo salir tanta hipocresía, precisamente en esta ciudad capital, Culiacán, que es mundialmente conocida por el asunto del tráfico de drogas? Y parafraseando a Jesús, que seguramente también se emocionaría con el futbol, les digo: Que tire la primera piedra aquel que esté libre de culpas por sí mismo,sus cuates o familiares caídos en la enfermedad.
Por último, para no quedarme con el sentimiento: No sea así, don Antonio González Aller, sus declaraciones me parecieron fuera de lugar solo para decir que no quiere a Maradona en «La Primavera», sobre todo con ese exabrupto cuando afirmó que necesitaría “12 referencias que no creo que tenga”. Además, no tenía necesidad de echarnos el caballo encima para decir cosas que los discretos vecinos de la Primavera jamás hubieran dicho.
De nada y hasta siempre amigas y amigos.