Y luego dicen que en Sinaloa no hay personas de bien, ahora mismo les explico lo que me pasó en estos días en que estamos despidiendo este 2020 que ha sido fatídico en cuestión de salud y economía, por lo mismo; vale la pena lo que les voy a contar.
Nos fuimos al supermercado a surtir la despensa, una vez que lo habíamos hecho, empezamos a subir lo que habíamos comprado al automóvil, ya que lo hicimos dejé en el carrito del supermercado la agenda que, dicho sea de paso ya está por expirar; nos fuimos de ahí a hacer otras diligencias que eran menesterosas, no fue sino hasta las 4:00 de la tarde cuando me dice mi esposa que no encontraba dicha agenda, justo en ese momento me dirijo a la plaza donde había dejado ese objeto.
Cuando llego al mismo establecimiento, un señor que cuida carros y dirige a los que visitan la plaza, me dice, -Uff, los de la mañana ya salieron y está difícil que los localicemos, porque algunos, ni teléfono traen, pero puede ver al que se encarga de llevar los carritos a la entrada, se llama Guillermo; me dirigí a buscarlo y no lo encontré. Fue otro señor quien me dio el nombre y número de quien se encarga de estos señores, me dice, -Se llama Sergio y su número es… … pues lo marqué y me contestó un señor muy atento, que me dijo que haría unas llamadas y que me diría enseguida qué pasó con mi agenda.
Me llama como en cinco minutos para decirme que su subordinado inmediato, que era el subjefe de nombre Guillermo no le había dado noticias sobre el objeto extraviado, pero me consoló diciendo que el día de mañana a las 8:00 a.m. ya me tendría razón de mi agenda.
Al día siguiente y sin esperar que dieran las 8:00, me dirigí a la plaza, donde me encontré con un señor bien sencillo, al que le dije que estaba buscando a un señor de nombre Braulio, que se suponía que era quien estaba en esa línea en la que me había estacionado y seguramente era quien había recogido el objeto. Pero no fue así, fue Don Liborio Pérez Pulido, quien había encontrado mi agenda y la había guardado todo el turno y había preguntado a un sin número de personas si era de ellos la agenda que por cierto traía mi chequera y unos vales de despensa que no había gastado en ese día.
Así me lo expresó Don Liborio, -Yo la encontré, señor, y le pregunté enseguida a una señora si era de ella, pero me contestó que no, después le pregunté a otras personas que venían del supermercado con sus compras y me respondieron lo mismo; lo único que hice, fue abrirla y ver que había papeles, me dije, algo importante debe traer esta cosa.
Me dijo que se la llevó a casa, porque ya no estaba el que recibe los objetos extraviados, con la intención de traerla ese día, pero se le olvidó; pero mañana se la traigo, sin falta, me dice, y le dije que saldría de la ciudad justo al día siguiente, me ofreció ir por ella y fuimos, una vez recuperada la agenda y sin revisar que estuviera todo lo que traía, porque no le encontré sentido, le ofrecí una recompensa que consideré prudente; me fui a casa con mi agenda y todo lo que en ella había.
Impresionante, es una bendición que existan personas honestas. Y sí que las hay.
Este es mi estado, esta es mi gente, por si alguna persona tiene qué decir algo malo de esta gente que es muy gentil.
Sí hay malosos, pero somos más los que estamos atentos a servir, estoy seguro. El reconocimiento a los señores que nos ayudan a salir de los cajones de estacionamiento del supermercado, de las plazas que visitamos. Yo, ahorita les ofrezco un aplauso y mis mejores deseos para que pasen una fin de año de lo mejor. Saludos mis amigos cuida carros y felicidades por su honestidad.