Un siglo cumplirá el estadio Universitario
*De huerta a escenario deportivo
*Ajonjolí de todos los moles
Por Antonio Velázquez Zárate
Hablar del fútbol de Culiacán desde sus inicios, nos lleva irremediablemente a mencionar el estadio Universitario, considerada la catedral del balompié de Culiacán. Ahí en ese lugar, proyectado para la práctica del béisbol, nació, creció y maduró el deporte más practicado del mundo. Para el deporte amateur incluso en la actualidad, continúa siendo el principal escenario de las ligas locales.
Cientos de finales se han jugado en ese escenario, que en un tiempo sirvió también para la práctica del atletismo. Invadido poco a poco por los futbolistas y que ante la construcción del desaparecido “Ángel Flores”, los beisbolistas dieron su brazo a torcer, cuando bajo el rectorado del Dr. Fernando Uriarte ante la insistencia de Miguel Dimópulos Ruiz, quien encabezó el movimiento de petición de los futbolistas, se le dio luz verde, fue cedido total y únicamente para la práctica del fútbol, ya para terminar la década de los años 50´s.
Desapareció la lomita de picheo, luego se le dotó de alumbrado, al inicio de la década de los 60´s; a fínales de esos años y principios de los70´s, se empastó gracias a la gestión del entonces secretario general de la UAS, licenciado Rafael Armando Guerra Miguel, deportista non y una de las máximas figuras del balompié culichi, finalmente, bajo el rectorado de Jorge Medina Viedas, se construyeron las gradas del lado de malecón “Niños Héroes”.
El emblemático inmueble, también ha sido escenario de festivales artísticos, un campeonato nacional de fútbol para amputados, concursos de bandas de guerra, funciones de boxeo y hasta carreras de motos.
Pero, seguro usted se preguntará ¿Cómo, cuándo, quien y por qué?
En el archivo histórico de la ciudad, existe un libro obra de Francisco Verdugo Fálquez, cronista ya desaparecido, titulado Las Viejas Calles de Culiacán. Relato histórico y anécdotas, impreso el año de 1949 en los talleres litográficos de Editorial Sinaloa, en el que da santo y seña de cómo se generó la idea de construir el actual estadio Universitario.
Sin quitarle ni ponerle una sola coma, así lo plasmó el cronista:
Frente a la vieja casona del general Cañedo, calle de por medio existe el que se llama, estadio Universitario dedicado a eventos deportivos.
El lugar es, donde en otros tiempos, estuvo la hermosa huerta de naranjas y árboles frutales conocida por la famosa “huerta de Carrascosa” por el nombre de su propietario y a la que antes nos referimos en estas deshilvanadas crónicas. Ya hemos dicho que aquella huerta desaparecida por falta de su debida atención y en su lugar quedó un terreno eriazo, de más feo aspecto, colindante con el río. El municipio expropió el predio con el propósito de formar un parque, según se dijo, como paseo de la ciudad, pero sin que esto llegara nunca a realizarse; y estando en ese estado y despuntando ya la afición a los deportes venidos del norte, el señor Dr. Bernardo J. Gastélum, primer rector de la Universidad de Sinaloa, ocurrió solicitar la cesión del inmueble a la institución para la construcción de un estadio al de servicio de la población escolar de aquella casa de estudios. Así fue como el empuje del Dr. Gastélum, seguramente el mejor rector que ha presidido los destinos de nuestra universidad, y a la ayuda para aquel objeto, que desde sus emolumentos dieron la mayor parte de los profesores de la escuela, fue que pudo acotarse y acondicionarse el terreno y levantarse el palco que aun cierra el ángulo sur-este de aquel estadio.
De entonces acá aquel lugar en donde se han verificado todos los eventos deportivos de Culiacán, y se ha utilizado también en el desarrollo que en él se ha hecho de muchos actos públicos populares. Posteriormente y por el esfuerzo de los aficionados al deporte el estadio ha venido siendo ampliado con nuevos palcos y galerías, que lo han hecho más apropiado para su objetivo; no obstante, lo cual ya no satisface ya a la afición, y se hace actualmente gestiones en busca de otro sitio para adaptarse a su objeto con mayor propiedad.
Hacia el poniente del estadio, dividido de él por una barda, llegó a establecer un lote de juego de tenis, del que, por largo tiempo, fue mantenedor el espíritu despierto de Álvaro D. Acosta.
Todavía más al poniente, y colindando con la vecina calle Bravo, en algún tiempo, a todo costo, un edifico que llegaría a ser el gimnasio del estudiante de Sinaloa. La obra fue emprendida con entusiasmo por la directiva del Colegio Civil Rosales; desgraciadamente un conjunto de contrarias circunstancias, hizo abortar aquel proyecto, y todo quedó reducido, a la postre, en su más simple expresión, a un frontón común, con dos grandes lienzos en ángulo, que utilizan todavía, por vía del ejercicio, jóvenes o pseudo jóvenes, afectos de esa actividad.
Un poco hacia adentro del mismo predio, se construyó una alberca, la única publica de la ciudad, y se levantó una construcción de madera de dos pisos, a su vera, destinándose el piso inferior a baños de regaderas y vestidores del uso de los bañistas, y el superior para reuniones sociales, bailes meriendas, etc., sobre todo en la temporada de calores.
La obra se debió principalmente a los esfuerzos del señor general don Antonio Ríos Sertuche, jefe en aquel entonces de la Guarnición de la Plaza, quién en el acto de inauguración, con el consenso general, bajo el nombre de distinguida dama culiacanense. La alberca en sus principios, fue recibida con entusiasmo por la juventud, y alcanzó, como balneario, su edad de oro, siendo numerosos los concurrentes a ella, augurando éxito completo, desafortunadamente aquel entusiasmo duró poco, tan versátil como la juventud misma, y sin mayor estímulo para su utilización, aquel servicio, que tan agradable tenía que ser en época de nuestros grandes calores, vino poco a menos, hasta actualmente, al extremo de ser gozado, sin la debida atención del público, por unos cuantos concurrentes.
Hasta ahí la narrativa de Verdugo Fálquez
Si usted se dará cuenta, en lo narrado en lo anterior por Verdugo Fálquez, no habla de fechas, así como tampoco, dirige palabra alguna en relación a quien era esa misteriosa dama en cuyo honor se le puso el nombre a la alberca, no da cuenta de su nombre pues. Pero muchos sabemos ambos datos, sobre todo de las viejas generaciones: se inauguró en noviembre de 1921 y la alberca se llamaba Emma. También inferimos, no solo en relación a la fecha de la impresión del libro, sino a las propias palabras del escritor, ya había otro escenario: el desaparecido estadio “Ángel Flores”, inaugurado, curiosamente también un mes de noviembre de 1948 en día 13, hoy llamado Tomateros. En cuanto a la cancha de tenis, yo conocí a don Álvaro Acosta, me consta, que era amantísimo del llamado deporte blanco, hoy de todos colores. En cuanto al misterio de Emma, nada, absolutamente nadie sabe quién fue esa inspiradora mujer. Si algún lector tiene el dato, le agradeceríamos la información
Antes de continuar con esta historia, permítanme breve pero necesario paréntesis: en relación al gremio futbolístico, es mi deseo, dedicar este reportaje a todos quienes, de una u otra forma, por muchos años han sido actores activos dentro del viejo inmueble; jugadores, aficionados, directivos y jardineros. Sin duda de gratos recuerdos para quienes han vestidos los colores de nuestra máxima casa de estudios, pero también no pocos con otro uniforme, que han visto coronar en él sus esfuerzos.
Cómo no recordar que cumpliremos ya un año sin pisar cada jueves su sagrado pasto. Cómo no recordar, cuando Roberto Herrera, nos convocó a sembrar árboles de neems, hoy frondosos en su máximo esplendor, especialmente uno bajo cuya sombra convivimos cada semana. Como no recordar cada campeonato ganado en todas y cada una de las categorías de veteranos y de primera fuerza, en especial, para el que esto escribe, aquella increíble página de 1978 cuando con los colores del Universitario, logramos el máximo título, ante uno de los llenos más impresionantes en la historia del inmueble cuando al inicio fuimos condenados al descenso y cómo no recordar las jornadas decembrinas que reúnen cada año a los jugadores de décadas anteriores para recordar viejos tiempos.
Hay un slogan publicitario acuñado por una tienda comercial de nivel mundial, que dice: “es parte de mi vida”. Pues bien, la hago propia en lo personal y de quienes han compartido algo más allá de la experiencia de jugar al fútbol. El Universitario, tiene un significado mucho más extenso que el hecho de practicar el balompié: es hacer sinergia con los amigos, socializar, exposición de ideas, respetarlas y compartir las propias.
Para todos mis amigos. Mi gratitud por leerme desde hace más de 50 años y por ser él envión para darle forma no solo a este reportaje, sino al proyecto de rescatar la historia completa del fútbol de Culiacán, proyecto en el que he trabajado desde hace un año y aun lo que me falta. Pronto daré más detalles, mientras tanto ¡honor al estadio Universitario!
Pero continuemos con nuestra investigación.
En los archivos de la propia Universidad Autónoma de Sinaloa y de su portal, encontramos suficiente información para redondear este reportaje, entre esto, nuestras vivencias y las aportadas por amigos mutuos, todos ellos futbolistas, pudimos rescatar el resto de la historia.
En el libro “Culiacán: crónica de una ciudad 1878-1912”, obra de Marco Antonio Berrelleza Fonseca, se encuentran interesantes datos relacionados con el deporte de nuestra máxima casa de estudios. Señala que en 1904 los estudiantes rosalinos conformaron el club central de estudiantes, en el que defendían sus intereses cívicos y políticos. Otros jóvenes estudiantes del Colegio Rosales formaron la asociación deportiva Club Sport Stoessel, quienes practicaban todo tipo de deportes, como: natación, equitación, tenis, béisbol, criquet, juego de la zorra y algunos ejercicios militares.
La obra apunta que el primer encuentro deportivo que sostuvo este club fue un juego de béisbol y se realizó un domingo primero de enero de 1905, a las 9 de la mañana en los llanos de la Vaquita, donde hoy se encuentran ubicadas las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad, muy cerca de Centro de Idiomas y del edificio central de la UAS, así como del estadio Universitario. Los equipos fueron nominados como partido norte y partido sur.
En el año 1919 continuando como rector del Dr. Bernardo Gastélum, se incluyó en la preparatoria en el plan de estudios de manera oficial la materia cultura física, en la cual se practicaba la gimnasia con ejercicios estáticos y terapéuticos y la justificación del ingreso de la cultura física como materia, era que la institución educativa debía perseguir tanto la educación ética como estética.
La Universidad Autónoma de Sinaloa fue fundada en Mazatlán, Sinaloa, como Liceo Rosales en 1873 por Eustaquio Buelna. Luego cambio de nombre a Colegio Rosales de 1874 a 1881. Colegio Nacional Rosales, de 1881 a 1895. De nuevo Colegio Rosales de 1895 a 1918. Universidad de Occidente de 1918 a 1922. La UAS también fue conocida como Colegio Civil Rosales y Universidad Socialista del Noroeste hasta lo que hoy conocemos como Universidad Autónoma de Sinaloa, nuestra centenaria institución
Para 1918 había crecida tanto la práctica del deporte en la Universidad Occidente que el rector, Dr. Bernardo Gastélum, encomendó al ingeniero Eliseo Leyzaola Salazar, la construcción de lo que hoy conocemos como estadio Universitario, el cual fue inaugurado, como y lo apuntamos, en el año 1921, con obras aún pendientes.
La historia inicia la década de los años 20´s. Después de expropiado el terreno por el ayuntamiento, de acuerdo a lo narrado por Verdugo Fálquez El estadio fue construido entre 1921 y 1922 por el Ing. Eliseo Leyzaola Salazar, a iniciativa del H. Consejo Universitario de la entonces Universidad de Occidente, lo que hoy es la actual Universidad Autónoma de Sinaloa, con el visto bueno del rector Dr. Bernardo J. Gastélum.
Don Eliseo terminó el palco central elevado, un cuerpo de gradas a cada lado, así como gradas al frente del palco, quedando pendientes los vestidores de los jugadores y de los sanitarios, construidos posteriormente. En el estadio se inició la Liga de la Costa del Pacífico el mes de noviembre del año de 1921 con el encuentro de los Ostioneros de Guaymas y los Tacuarineros de Culiacán.
Si bien el anterior escenario mencionado es considerado como emblemático dada su infraestructura, no menos importantes han sido otros, unos desaparecidos de viejas épocas y otros aun en pie remodelados una y otra vez.
Como dato adicional, debemos mencionar que, a nivel nacional, es el segundo escenario deportivo más antiguo, el honor le pertenece al estadio SOCUM (Sociedad Cuauhtémoc y Famosa) ubicado en Orizaba, Veracruz, construido el año de 1899. En un inicio era utilizado como velódromo, pero de 1900 solo es para la práctica del fútbol hasta la fecha. Pero si hablamos de béisbol, efectivamente fue el primero en su género, pero como en la actualidad el Universitario es solo para la práctica del balompié, el más antiguo de béisbol, aun en pie data de 1932 ubicado en Torreón, Coahuila y de los desaparecidos es el parque Franco Inglés, construido en 1925, pasó a ser el Parque Delta y finalmente propiedad del IMSS llamado por la vox populi Parque del Seguro Social.
No es menor el siguiente dato: al lado de la portería norte del estadio, el complejo deportivo se complementaba como la entonces famosa Alberca Emma. De medida semi olímpica, contaba con vestidores y trampolín, detrás existió también un frontón. Ambas instalaciones pasaron a mejor vida para dar paso a la construcción de lo que actualmente es la preparatoria central de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Seguro es que solo el estadio universitario se podría escribir un libro con datos, fechas y anécdotas de todos los deportes ahí practicados. Los muy viejos aficionados al béisbol, deben tener guardadas no pocas remembranzas, empezando porque se construyó para su práctica. En el caso del fútbol recordamos, solo algunas de ellas. Una: por corto tiempo la orientación de las porterías, estuvieron ubicadas de sur a norte, es decir, de la “Rafael Buelna” hacia el malecón “Niños Héroes, la intención era en parte para evitar el montículo de picheo lo más posible.
Quienes en esos tiempos vivieron la experiencia de los cambios nos narraron dos anécdotas más. La primera de ellas corrobora que en 1960 se instaló el alumbrado. Resulta que un equipo de la UAS fue invitado a jugar a Topolobampo, ya de regreso a Culiacán el trasporte se averió y a cómo pudieron, llegaron hasta el otro día por la noche, “aterrizando” en el estadio Universitario donde se jugaba un partido de liga. La otra es en relación a cuando se compartía el campo con el béisbol. Esto daba lugar a que los futbolistas, constantemente tropezaran con la lomita de picheo.
Otra más: cuando el estadio fue dotado de alumbrado, a fines de los 50´s, se trataba de lámparas de baja eficiencia de tal forma que constantemente se “iba” la luz. ¿La solución? Fácil: como por mucho tiempo dejaban ingresar autos, estos se alineaban sobre la banda que da al malecón, todos encendían sus luces y santo remedio, a continuar el juego. Si rebasaba mucho el tiempo sin que “regresara” la luz, ni modo, a encender los motores para cargar las baterías.
La boda. Sí, ahí hubo una boda durante un partido de fútbol cuando el jugador de la Tenería Atlas el “Canguro” Zaragoza contrajo matrimonio por el civil con una dama de esta ciudad de Culiacán, que vivía por los rumbos de El Barrio, donde precisamente estuvo la tenería. El rival de los pupilos del señor Timmerman, fue el Cuauhtémoc. Al concluir el duelo, se dio paso al festejo. En este asunto hubo voces discordantes en el sentido de que unos aseguraron que ahí mismo fue el festejo y otros señalaron lo contrario. La primera versión fue la más recurrente, es más, uno de nuestros informantes aseguró que sillas y mesas fueron sacadas de la casa que habitada Lorenzo “guacho” Morales (esta es otra historia). “Yo estuve esa noche ahí” me aseguró uno de los entrevistados.
Este hecho ocurrió días después de una tragedia que ensombreció al fútbol de Culiacán, por el fallecimiento del jugador Cuauhtémoc Gaxiola, arrollado por un vehículo en la esquina de las calles Colón y Madero. Esta cancha fue pisada por grandes ídolos del fútbol mexicano como Chava Reyes, “Tubo” Gómez, Sabas Ponce, Guillermo “Tigre” Zepúlveda, en general por los que integraron el campeonísimo Guadalajara, contratados por la desaparecida organización de Futbolistas Universitarios Unidos.
No podíamos dejar pasar la hazaña de Daniel “Dany” Cárdenas Izabal. Resulta que el portero rival fue al filo del área grande para lanzar su despeje, tras despejar la pelota regresó a su marco caminando de frente hacia los tres postes. Cuál no sería su sorpresa que vio pasar la pelota que fue al fondo de la red. ¿Qué sucedió? Lo inimaginable. Dany Cárdenas prácticamente desde media cancha fildeó la pelota y con certero y rotundo cabezazo la elevó para rebasar por aire la línea de meta. Un soberano golazo y una vergüenza para el portero, cuyo nombre no recordó el autor de la anotación, quien jugó con varios equipos, dado que primero trabajó como peón en el campo y luego fue a estudiar agronomía a Durango. Venía cuando podía los fines de semana y aprovechaba para practicar el deporte del fútbol que abandonó en la década de los 50´s para entrarle a la charrería.
El viejo coso, fue testigo de no pocos juegos ante seleccionados de otros estados, como Colima y Jalisco. Testimonios de quienes vivieron esas jornadas señalan los tremendos llenos que provocaron esos enfrentamientos. En lo personal recuerdo haber transmitido por Canal 3 un juego contra Colima y muchos más de la primera fuerza y por Radio UAS las acciones de los partidos de Tercera División. En fin, anécdotas y hazañas, seguro sobran, pero estas fueron solo algunas de las que rescatamos para esta entrega.
En la actualidad, el Universitario, cuyo nombre jamás debe cambiar, ahí continúa de pie. Majestuoso, como un único y auténtico ícono de la capital sinaloense. Esperemos que las autoridades hagan sinergia con los actores arriba mencionados, para que, en noviembre, todos participemos en la medida que la pandemia lo permita, en el festejo de tan significativo acontecimiento.