Reparto gandalla
La representación proporcional en legislaturas funciona con un reparto ilegal y perverso que favorece siempre al grupo político de más poder.
Se violenta muy claramente el espíritu con el que se crearon, que es el de que los partidos minoritarios o “perdedores” cuenten con las curules o escaños que les permitan un número de cargos que se representen con el porcentaje de votación obtenida.
Si el pueblo les dio el siete por ciento de los votos, que en lo posible su número de legisladores sea el siete por ciento del total de la cámara; parece de justicia y sentido común, pero no se aplica.
Expliquemos con lo que sucederá este domingo para la conformación del Congreso del Estado de Sinaloa.
Suelen partir de un error muy grave que es el de otorgar de manera automática una diputación plurinominal al partido político que obtuvo cuando menos el tres por ciento de la votación total para diputados.
Y se puede caer en el absurdo de que un partido político que ganó 2 curules de mayoría relativa tenga dos más de representación proporcional, a pesar de que su porcentaje de votos ronda en apenas el cinco por ciento.
En el ejemplo anterior, el absurdo de tener cinco por ciento de los votos pero el diez por ciento de los asientos.
Las diputaciones plurinominales se deben otorgar sólo cuando las de mayoría están por debajo del porcentaje de sufragios obtenidos.
En nuestra cámara local, cada uno de los cuarenta diputados representa el 2.5 por ciento del total.
Así entonces, un respeto pleno a la proporcionalidad debe aplicarse tomando en cuenta este valor.
Si se tuvo una votación del 20 por ciento, se deben complementar las curules de mayoría con las pluris hasta llegar al mismo veinte por ciento del número total de legisladores con que se cuenta, y que en este caso serían ocho.
Solemos ver que la proporcionalidad queda rebasada o limitada cuando un partido político obtiene más diputaciones por mayoría que las que se corresponden con su porcentaje de votación, como sucedió el pasado domingo con el Partido Sinaloense, que por su alianza con Morena tiene ocho curules ganadas directamente en las urnas no obstante que los votos obtenidos están muy por debajo de la que correspondería.
Son diputaciones ganadas legalmente que no se pueden ni deben arrebatar.
Las dieciséis plurinominales se deben repartir, entonces, en el propósito de compensar en la cámara un número de legisladores que compagine con el número de votos obtenidos.
Pero no en automático a todos los que tengan más del 3 por ciento, repetimos.
Ése es el error, o la trampa.
Por eso encontramos proyecciones que perfilan una sobre representación indebida para Morena, otorgándole diputaciones pluris que en realidad le tocan a la alianza formada por el PRI, PAN y PRD.
Seamos más puntuales: no se le puede completar a Morena un número de diputados que represente el cincuenta por ciento del total de la cámara cuando obtuvo una votación mucho menor, y en sentido contrario resulta un robo otorgarle a la alianza prianista un número total de curules muy por debajo del porcentaje de votos recibidos.
No es que nuestras autoridades sean malas para sumar o restar.
Por irresponsabilidad o por valemadrismo, se pierde la esencia del reparto de plurinominales, que son para compensar y no para agandallar.